David
Keenan y su libro, Memorial Device, o
This is Memorial Device, al que la
editorial mexicana Sexto Piso le agregó un subtítulo largo y pedante para
intentar explicar algo de las falencias literarias del texto, es una muestra
clara y factible de que la mala literatura existe y es devastadora, sin grados
medios o altos, simplemente es desastrosamente maligna para un lector que se
precie en leer algo decente en lo que a cánones literarios se refiere.
Es
difícil, por no decir extremadamente complicado, enmarcar a Memorial Device
dentro de un género, a no ser en el de las memorias de un viejo y melancólico
rockero o punkie de los años ochenta, digámoslo así. Para quedar mejor, se
inventó la definición postpunk, ya que suena bastante pegadiza y mercantilera. Pero
vayamos al asunto, lo que se cuenta en el libro y en la novela Memorial Device. Hasta donde se puede
apreciar, un relato en primera persona de manos de muchas voces, en forma de entrevistas espontáneas, que durante los
primeros años de la década de los ochenta merodeaban de pub en pub, entre
Glasgow y un pueblito deprimente llamado Airdrie (que puede traducirse como Aire Seco: Air Dry), en busca del cáliz musical o
el mesías de la música devenida en banda punk.
Como
si de unos feligreses enceguecidos de una fe religiosa se tratase, los
protagonistas de Memorial Device son
una suerte de pandilla al estilo Trainspotting pero muy mal definidos y con
apenas una pista clara de cómo son y qué esperan de la vida. Al menos, en la
novela de Irvine Welsh se percibía una construcción filosófica y narrativa
decentes y una crítica a la sociedad de su época, lo que contribuyó a que se
siguiera leyendo décadas después, pese a que la traducción de la editorial
Anagrama es extrema en el uso de las expresiones y argot castizos.
David
Keenan es músico y Deejay, periodista musical, según parece y ahora escritor de
una novela. Pero digámoslo así, no conozco por mi parte ningún Dj que haya escrito
algo decente. Puede que los haya con algunas novelas publicadas, algo que es
totalmente posible. Me refiero a que no conozco ningún Dj que sea un buen
escritor, porque las dos cosas parecen realmente imposibles de aunar, la de ser
Dj, y a la vez, buen escritor o pretender estar a la par de otros buenos
escritores y también novelas escritas. Quién sabe, quizás una tarde Keenan se
deleitaba con las memorias de Mi Lucha
del noruego Karl Ove Knausgard y pensó que él podía hacer algo parecido, o quizás
luego de leerse a Jack Kerouac (en la novela lo menciona varias veces, sobre
todo a su Vagabundos del Dharma). Quizás, si viajaba al pasado y retomaba todas
esas experiencias vividas con sus colegas en un pueblito de Escocia mientras
experimentaban con los primeros porros y las primeras novias serias, mientras
escuchaban a Joy Division o a Iggy Pop, podía sacar algo realmente interesante,
ya que también escribía notas periodísticas. Pero creo que se metió en una
camisa de once varas.
Vayamos
al asunto en cuestión: la novela tiene una característica, está escrita como en
una especie de documental televisivo. Cada capítulo, por llamarlo de alguna
forma, es el testimonio en primerísima persona de algún miembro de esa pandilla
o grupo de jóvenes escoses, músicos, artistas, o aspirantes a escritores que
iban en busca del sonido perfecto de la banda más cool de su época, los títulos de
los mismos parecen anotaciones sobre la marcha en un casete roto de VHS. En algún
momento del libro, Keenan no ahorra desprecios hacia Tina Turner, Queen o Dire
Straits, bandas que sólo servían para acompañar una bonita velada de amor con
su música “pastosa”. En ese sentido, tengo que darle la razón a Keenan y admitir
una cosa: Memorial Device es una
buena guía para entender la música más interesante y las bandas de punk más “underground”
y remarcables de una época, pero no es, ni por asomo, una buena novela
literaria. Si quieres saber qué se cocía en los cinco primeros años de los ochenta, si quieres conocer buenos temas, buenas bandas, y poder corroborar que,
en efecto, temas como Bohemian
Rhapsody son una bazofia en comparación con la auténtica escena
musical inglesa de las dos mejores décadas en la que proliferaron excelentes
vanguardias musicales, como las de los setenta u ochenta, entonces Memorial Device es un libro recomendable,
y en el que encontrarás esa sabiduría. Pero tendrás que tolerar la mala
literatura, rayando incluso en la ingenuidad de pensamientos y análisis
psicológicos, a cambio de todo eso. Quizás este libro tenga algo que ver con lo
que el malogrado Sid Vicious le dijo a un Freddy Mercury en ciernes en toda su
cara: “¿Ya has logrado llevar el ballet a las masas?”
Memorial Device es una novela para
adolescentes que puede leerse de corrido sin ningún esfuerzo intelectual, y
pasarla bien como si se estuviera viendo un documental de History Channel sobre
la escena post punk inglesa y enterarse de la movida de la época, es un libro
escrito por un Dj que no es escritor y que intenta serlo, pero sin éxito. Los
pasajes de la novela están escritos como si fueran entrevistas espontáneas a
diversos integrantes de un grupo de amigos que se enrollaban entre ellos y
comparten casi las mismas opiniones sobre casi todo, la música, los autores
rusos por sobre los beatniks, el sexo, las drogas y también la política, el
conflicto palestino israelí y el IRA, aunque parezca sorprendente. Más allá de
eso, no hay una historia en sí misma, de hecho, no se trata de eso. Es un viaje
al pasado de manos de las voces ficticias y de bandas de música ficticias que quizás
existieron o quizás no.
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